¿Qué hacemos con la violencia?


El reciente editorial del periódico El Tiempo «¿Cómo nos matamos?» ¡me dejó impresionado y reflexivo!

Según este, el más reciente informe «Forensis» del instituto colombiano de medicina legal y ciencias forenses describe que en 2009 se registraron más de 29.000 muertes violentas en el país. Igualmente, que en el mismo año se registraron más de 300.000 lesiones no fatales por violencia interpersonal, intrafamiliar, abusos sexuales y accidentes. Eso sin contar las muertes y lesiones que se quedaron sin denunciar o registrar. ¿¡Cómo esto posible!?

Antes de comenzar a explorar el asunto, quisiera decir que no solo en Colombia la violencia es un problema. He vivido también en países como África del Sur y Brasil donde esta sucede en magnitudes similares. Pero también he vivido en lugares como Hong Kong que me dan la esperanza de que es posible convivir pacíficamente.

Al contrario de lo que muchos creen, en Colombia los actos de la guerrilla, los paramilitares, los narcotraficantes, la policía y el ejército no constituyen la mayor proporción de las muertes y lesiones mencionadas. La mayor parte es fruto de los actos de muchos colombianos comunes y corrientes que, en mi opinión, no admiten o no saben lidiar con el conflicto con otros y piensan o reaccionan como si la única solución a su situación fuese la de matar, herir, amenazar o insultar al otro.

Yo me pregunto ¿qué causa que eso suceda con tanta frecuencia? ¿cómo se puede cambiar esa situación y tornarnos un país de ciudadanos que lidiemos mejor con el conflicto, que convivamos de forma sana y que respetemos la vida e integridad del otro?

Por una parte, se me ocurren tres causas principales a esta violencia preocupante: en primer lugar, muchos colombianos crecieron siendo reprendidos con violencia por parte de sus padres, familiares, amigos o conocidos por sus desobediencias u ofensas. Luego, algunos de ellos terminan aprendiendo que es de esa forma violenta que deben lidiar con el conflicto, las desobediencias y las ofensas de los otros. Segundo, no nos enseñaron a valorar las diferencias, la tolerancia, a lidiar con el conflicto de forma pacífica y a controlar las emociones negativas. Finalmente, cuando ellos u otras personas actuaban con violencia, el acto quedaba impune con frecuencia porque nadie los denunciaba o los obligaba a reparar sus actos.

Por eso creo que la solución al complejo problema de la violencia en Colombia, pasa por dos grandes frentes que se pueden desglosar en múltiples programas y proyectos: educación para la paz y cero impunidad.

El primer frente, implica educar a los colombianos en todas las etapas de su vida (infancia, adolescencia y vida adulta) y de todas las condiciones socio-económicas a valorar las diferencias, a ser tolerantes, a lidiar con el conflicto de forma pacífica y a controlar las emociones negativas. Deben ser diseñadas pocas y efectivas campañas que tengan unidad de mensaje e imagen, que sean 360 grados (usando en paralelo Internet, TV, radio, impresos y capacitación presencial) y que sean periódicas durante al menos siete años. A pesar que los programas deben ser destinados a toda la población, deben enfocarse con particular esfuerzo en los colombianos que residen en barrios con altos índices de violencia interpersonal e intrafamiliar. Campañas y capacitaciones como «educando a los hijos sin insultarlos y sin pegarles» o «como resolver los conflictos con otros de forma pacífica», deben realizarse tanto en casetas comunes de los barrios como en las escuelas donde estudian las personas más afectadas.

El segundo frente implica reforzar el mensaje, las instituciones y las prácticas de justicia para garantizar cero impunidad con la violencia y exigir reparación de las víctimas. ¡Una actitud violenta no se nos puede pasar por alto a ninguno de nosotros! Ni la violencia verbal, ni la violencia física deben admitirse. Ambas tienen que ser rápidamente detectadas, reprendidas y reparadas. Para eso se necesita la participación activa de todo el mundo, no solo de la policía que no podrá hacerlo sola. Todo ciudadano debe percibir que cualquier acto de violencia que él piense o se atreva a cometer tiene 99% de probabilidad de ser detectado y reprendido, que no hay impunidad. De forma más específica, propongo los siguientes frentes de acción: primero, fomentar la cultura y práctica de denunciar. Debemos incentivar a los niños, adolescentes y adultos a denunciar todo aquel que vean ejerciendo violencia verbal o física. Y deben crearse mecanismos para proteger a quien denuncie. Segundo, debemos crear cuerpos colegiados (de varios miembros) y prácticas de disciplina a los actos violentos en los colegios, las empresas y hasta los centros comerciales para que prácticas de violencia sean actuadas. Tercero, debemos promover cero impunidad por parte del ejército, la policía y los cuerpos oficiales y privados de seguridad. Finalmente, debemos crear programas por medio de los cuales todo aquel que cometa violencia verbal o física, deba pedir disculpas y reparar a las víctimas. La reparación de la víctima debe hacerse tanto con «penitencias» como con recursos financieros, según aplique.

Los colombianos debemos aprender a convivir pacíficamente unos con otros. La vida es sagrada y también lo es la integridad física y moral de los otros. Estoy seguro que si tornásemos masivas estas dos políticas públicas de educación para la paz y cero impunidad con la violencia, incluyendo la participación activa de toda la ciudadanía, lograremos buenos resultados por el bien de nosotros y nuestros hijos.



Categorías:Educación, Español

5 respuestas

  1. Apoyo 110% tu vision Vladimir – Las propuestas me parecen excelentes – Gracias por compartir tu reflexion

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  2. Excelente Vladi! Precisamente he estado estudiando el caso de Colombia en estos días y llegaba a conclusiones similares. Imagínate que mi tesis la voy a desarrollar en Educación para la Paz en Colombia y en enero estaré cerca de un mes en Colombia haciendo un estudio de campo. Ojalá el nuevo gobierno trabaje estos temas de forma prioritaria y como parte de las políticas públicas como tu lo mencionas. Hay una necesidad enorme por reparación a las victimas pero también de reforzar nuestra memoria histórica y formar una visión conjunta de lo que queremos en Colombia. Te mando un abrazo y gracias por este post!

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  3. Me parece una reflexión muy acertada, es necesario llevar a cabo un cambio en la raíces de la sociedad Colombiana, solo adicionaría algunas políticas para fomentar la cultura y el deporte que podrían potencializar la efectividad de los otros dos frentes.

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  4. Gracias por compartir sus comentarios muchachos. Malu: un amigo está creando una empresa que implementa tecnologías de información, especialmente móviles, en educación. Que bonita coincidencia!: cuando pensé en este tema de educación para la paz, pensé en ti y todo tu trabajo con niños y adultos en educación inter-religiosa, multicultural y para la paz alrededor del mundo. Se me ocurrió una idea y quisiera dialogarla contigo. ¿Cuando hablamos? Mándame tu teléfono al e-mail. Iván: ¡de acuerdo contigo! Hay que complementar esos dos frentes con un fomento a la cultura y el deporte. Más aún, creo que una condición fundamental para que vivamos en paz es alcanzar un alto nivel de desarrollo humano en nuestro país. En otras palabras: Si todos tenemos acceso a condiciones de vida dignas y oportunidades de desarrollo personal y profesional, disminuyen dos de los mayores incentivos a la violencia: la pobreza y la desigualdad. ¡Este es uno de los mayores retos de nuestra generación!

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  5. Vladi, nunca vi este comentario. Todavía tienes la idea? Hablemos uno de estos días, mándame un mensaje en Facebook. Un abrazo

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